Cae una gotica de agua …

Es una canción infantil cubana que aprendí de niña. Por desgracia, estos días no ha caído una sola gota. En el occidente de Cuba llueve sin parar. Sí, en otras partes del mundo también, dirá usted. Pero en otros lugares las casas son, por lo menos en comparación, seguras, la gente está asegurada, el Estado también ayuda en cierta medida e incluso después de la lluvia existe la posibilidad de comprar materiales de construcción, por ejemplo para sellar el techo. Y en otros lugares había un sistema de recogida de basuras que antes de la lluvia funcionaba.
Las imágenes que nos llegan estos días de Cuba son a la vez impresionantes e inquietantes. La lluvia ha convertido calles y plazas como la Plaza de la Revolución en grandes lagos en los que sólo se ven los techos de los coches y en los que, entre otras cosas, flota ahora la basura de las montañas de desperdicios que normalmente forman parte del paisaje urbano de La Habana. Antes de la lluvia, muchas personas estaban literalmente con el agua hasta el cuello. Si sigue lloviendo así, la gente lo estará verdaderamente.

Más de 60 años de demolición socialista y sin mantenimiento del alcantarillado se están vengando. El sistema de alcantarillado ha colapsado. Los innumerables edificios centenarios y en ruinas de La Habana no pueden resistir la lluvia y las inundaciones. Sus habitantes lo saben: Después de la lluvia viene el derrumbe de sus casas. En el futuro, tendrán que vivir entre escombros y basura húmeda, de cara a los nuevos hoteles, que se resisten a la lluvia. Porque al final, en La Habana, aparte de las residencias de los
peces gordos, sólo quedarán los hoteles. Y el sol sólo saldrá para ellos y los turistas.

Nat Neumann, junio de 2024