De los humildes, con los humildes y para los humildes
Quien esté interesado en Cuba y no conozca a grandes rasgos la historia de la revolución cubana debería leer mi libro "Un pedacito de cielo". Quienes la conozcan recordarán sin duda el discurso de Fidel Castro en 1961, cuando declaró el carácter socialista de su revolución y afirmó que su revolución era una para el pueblo de „abajo“: Compañeros, obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes …
Hace mucho tiempo que el "cubano de a pié" en Cuba dejó de creer en esto. Pero hasta ahora el régimen cubano no ha retirado explícitamente las palabras de su "Comandante en Jefe", pero la realidad lo ha hecho.
Es bien sabido que en Cuba, más allá de los centros turísticos y de los hogares pródigamente abastecidos con dólares y euros por parientes en el extranjero, hay hambre. Hambre, no apetito, como afirmaba no hace mucho el "teólogo de la liberación" Frei Betto (véase también mi "Un pedacito de cielo"). La revolución castrista destruyó la economía cubana, habiendo implantado también el totalitarismo en términos económicos. Sin embargo, el régimen nunca ha sido capaz de cumplir la tarea autoimpuesta de garantizar una alimentación adecuada para el pueblo.
Hoy, muchos de aquellos humildes que creyeron en la promesa de justicia social de Castro son los que viven por debajo del nivel de subsistencia, con todo lo que ello conlleva: hambre, miseria, calamidades, enfermedades.
Hace poco supe de dos turistas alemanas que fueron de vacaciones a Cuba, a pesar de todas las recomendaciones de no hacerlo por el apoyo que iban a darle al régimen totalitario de Díaz-Canel. Bajo el sol de La Habana, entablaron conversación con un transeúnte que les contó lo mal económicamente que estaban él y su familia. Les pidió algo de dinero. Las turistas mostraron su compasión y rebuscaron en sus bolsos para dar un donativo al humilde hombre. Al mismo tiempo, llegó el camarero y puso sobre la mesa la comida que las turistas habían pedido, incluido sendos platos con un trozo de carne. De repente el hombre metió las manos en los platos, cogió un trozo de carne con cada una y salió corriendo. Me imagino cómo, en cuestión de segundos, su cerebro impulsado por el hambre le ordenó que renunciara al dinero y tomara en su lugar el olvidado manjar, según el dicho "Más vale pájaro en mano...".
No recuerdo una época en la Cuba post-revolucionaria en la que se podía elegir lo que uno quería comer, pero cuando yo crecí allí (de eso hace ya mucho tiempo) el menú revolucionario regulado al menos te mantenía lleno. Hoy es diferente. Y en lugar de buscar formas sensatas de satisfacer las necesidades mínimas de sus ciudadanos, el gobierno de Díaz-Canel anda a tientas en la oscuridad, ofreciendo sólo soluciones grotescas y eslóganes absurdos, sin ninguna señal ni esperanza de mejora. Como la sugerencia de instalar estanques en casa para dedicarse a la acuacultura con el fin de criar peces para consumo propio, igual que hace años se recomendó criar pollitos en casa que como pollos adultos acabarían fritos en la mesa. El gobierno asegura que no se puede satisfacer la demanda de pescado porque en las aguas de la isla Cuba no nadan muchos peces.
El 100% (¡!) de los productos de la cesta básica de Cuba son importados. Esto incluye seguramente los chícharos, de los que en Cuba hace décadas teníamos demasiado (y no sólo en términos de cantidad). Hoy escasean porque los ríos de Canadá, de donde se importan, están congelados de enero a mayo, como asegura la Ministro cubana de Comercio Interior.
Quienes hayan leído mi libro sabrán que, en tiempos mejores, el café crecía hasta en algunos jardines cubanos. Fidel Castro quiso incluso convertir la isla en un gran país exportador de café. El hecho de que no lo consiguiera se debió a su mala gestión y a su arrogancia. Hoy en día, el café se ha convertido en un lujo para muchos cubanos, especialmente para los humildes. En Guantánamo, por ejemplo, una de las provincias cafetaleras más importantes de la isla, la gente teme que el café deje de estar finalmente a la venta. Algunos ya han cambiado su tradicional estimulante diario por una infusión hecha de una planta llamada platanillo, que en nada se parece al cafecito cubano.
Sabemos que es complicado encontrar los alimentos del día a día, es complicado un apagón de ocho y diez horas, el tema del transporte … pero confianza, la única salida es la revolución y el socialismo y para eso trabajamos todos. Mientras el viceprimer ministro cubano Alejandro Gil reitera con estas palabras vacías lo que los cubanos llevan escuchando casi 65 años sin que la "salida" los saque de la penumbra, la casta dirigente organiza fastuosos eventos y fiestas en los que no falta nada. El próximo gran acontecimiento: "Le Diner en Blanc", el 11 de noviembre de 2023, al parecer un evento culinario de primer orden para 350 personas solventes. El lugar sigue siendo un secreto, pero se ha filtrado que el evento está siendo organizado en parte por una conocida empresa de Miami, y que la entrada costará 170 dólares, excluyendo comida y costosos champán y vinos. Otra cena asociada al evento ha de tener lugar en un restaurante propiedad de un empresario que ha de estar, según dicen, indirectamente vinculado a miembros de la camarilla gubernamental.
La comida que los humildes ansían, allí han de encontrarla. Por desgracia, el valiente hombre con su gran cartel de cartón no podrá asistir. El 11 de julio de 2021, salió a la calle llevándolo en alto, donde había escrito en letras rojas: "Era tanta el hambre que nos comimos el miedo" y fue condenado a ocho años de cárcel entre otros por "agresión" y "desacato".
Nat Neumann, noviembre de 2023
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