La comedia divina
Cualquiera que lea el título de hoy pensará inmediatamente en la obra de Dante Alighieri. Es uno de mis libros favoritos.
La obra maestra de Dante sería diferente si la hubiera escrito hoy, después de observar la Cuba actual, donde el régimen comunista ha dividido la isla en infierno, purgatorio y paraíso, igual que Dante en su viaje imaginario al más allá. La única diferencia es que en la Cuba socialista no se recorre lo que para Dante era el camino del alma hacia Dios. Los cubanos que deciden vivir en la isla o no tienen otra opción, nacen con el destino de vivir para siempre en uno de estos tres lugares.
En el paraíso cubano viven personas como Sandro Castro, que llegó allí gracias a la „hazaña“ de su abuelo, quien finalmente tomó el poder en 1959. Sandro Castro cumplió años el 5 de diciembre. No nos hubiéramos enterado si no se hubiese anunciado la fiesta de su bar "EFE" en Internet. En atractivos carteles, sobre un fondo amarillo anaranjado, Sandro Castro posaba con traje y gafas de sol, sonriente y seguro de sí mismo como antaño su abuelo, entre todo tipo de anuncios: Celebrando el cumpleaños de Sandro Castro, EFE Bar, calle 23 e/ E y F, Vedado, Coctel de bienvenida para invitados, Cerveza Cristal de bienvenida, Shot de Tequila Rose para las primeras 20 mujeres, etc. Sandro Castro y su joven coordinador comentan las feroces críticas. El primero dice que está en su derecho de celebrar su cumpleaños como todo joven revolucionario. Lo celebra en su negocio, en el marco de la legalidad, en un ambiente sano. Todo el mundo está invitado, hasta donde permite la capacidad del local. El organizador, que se hace llamar "Carluchín Verde", afirma que piden disculpas a quien se sienta ofendido, pero que eso es innecesario porque están celebrando en el lugar más humilde que pueda haber en Cuba, sin la menor intención de ofender a nadie. Y termina su tartamudez con un "¡Viva Canel!", "¡Viva Cuba!" y "¡Viva la Revolución!". La misma Revolución que expropió negocios como el bar de Sandro Castro en los años 60 y que hoy a él le permite burlarse de los cubanos de a pie que, por ejemplo, no tienen electricidad mientras él está de fiesta en la Cuba socialista.
En el purgatorio de la Divina Comedia de Dante, las almas de los penitentes se preparan para ascender al paraíso. Es un lugar de purificación, dividido en siete terrazas, cada una correspondiente a un pecado mortal.
El purgatorio cubano es diferente. Allí están los oportunistas. Los que ciegamente, sordamente y sin escrúpulos, llevan a cabo y consienten las violaciones de los derechos humanos en Cuba. Los que se hicieron verdugos, los que detiene y secuestran a las "Damas de Blanco", los que vigilan a la oposición, los que hacen actos de repudio frente a las casas de los disidentes. Los que maltratan a los presos políticos en las cárceles y acosan a sus familias. Los matones que privan de sus derechos a los manifestantes pacíficos. Los jueces que condenan injustamente a los manifestantes a drásticas condenas. Los que siguen convirtiendo a los Estados Unidos en chivos expiatorios de los fracasos cardinales de la desastrosa política económica del régimen comunista. Los asesinos a cuyas manos murieron presos, el último de ellos el preso político Manuel de Jesús Guillén. Los sádicos que maltratan y torturan a José Daniel Ferrer, a Yasser Rivero Boni y a muchos otros presos políticos. Los eternos pecadores que también viven al día, pero con la esperanza irreal de poder llamar algún día a la puerta del paraíso.
¿Y el infierno? Ahí es donde la mayoría de los cubanos fueron deportados. Sin electricidad, sin agua, con poco que comer. Donde las madres no envían a sus hijos a la escuela cuando apenas han dormido debido a la falta de electricidad en la lucha contra los mosquitos y el calor. Donde las madres venderían un riñón para alimentar a sus hijos. Donde menores de edad son detenidos y enviados a prisión. Donde a los padres se les niegan las visitas de sus hijas e hijos inocentemente condenados a penas excesivas. Donde los ancianos tienen que buscar comida en la basura para tener al menos una comida al día. Donde los jóvenes realmente normales pasan el tiempo preocupados por cómo salir del país, donde los derechos humanos no valen nada. Donde la gente muere por falta de medicación.
En el Infierno de Dante, los pecadores pasan por nueve círculos en los que son castigados según su delito. En el Infierno de Castro, hay un círculo fuera y otro dentro de las cárceles. En uno están los pobres, los ancianos y los indigentes; en el otro, los presos políticos y sus familias. Como en Dante, el ambiente es oscuro y agonizante. Los presos políticos han sido confinados en el último círculo del infierno cubano, donde languidecen, torturados por los luciferes revolucionarios. Unos no sobreviven. Otros están mas muertos que vivos. Otros toman su destino en sus manos y se suicidan, la salida más rápida de ese infierno.
Los peores pecados en la Divina Comedia de Dante son los crímenes violentos, el engaño y la traición. En cambio, en la versión cubana (que no es ni divina ni comedia): pensar de forma diferente a la ideología del Estado, decir lo que se piensa y defender los derechos humanos. El crimen violento, el engaño y la traición son, en efecto, los vicios de la clase dominante cubana. ¿Conseguirían ascender al purgatorio en la Divina Comedia de Dante?
Nat Neumann, diciembre de 2024
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