Veo veo …
Los partidarios de la revolución cubana siempre han sido un poco especiales, por decirlo inocuamente. Cuando éramos estudiantes en Cuba, estábamos a merced de la creatividad socialista ideologizada y a veces nos reíamos de esos actos "vergonzosos" que nos veíamos obligados a hacer en nombre de Fidel Castro y su revolución. Pero, por la razón que fuera, los cubanos -incluso en tiempos revolucionarios- destacaban por su astucia, ingenio y creatividad. Con el paso de los años, como es bien sabido, la economía cubana se ha ido haciendo cada vez más cuesta abajo, las mentes brillantes se las ingenian para irse al extranjero y los que se quedan no lo tienen fácil para gestionar en cierta medida sus vidas. En ambos casos, dan rienda suelta a su creatividad. A los médicos de Cuba, por ejemplo, se les ocurren todo tipo de ideas para atender a sus pacientes de alguna manera, a veces tratando los miembros fracturados con cartón en lugar de escayola; a veces fabricando prótesis con viejos cubos de plástico y a veces utilizando etiquetas de papel como vendas (el paciente lleva entonces una herida con un código de barras). Debido a la falta crónica de combustible, se fabrican vehículos con troncos de árboles y viejos recipientes que se manejan con la fuerza de los músculos y recuerdan - de veras - a los vehículos de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol; botellas de plástico se convierten en gasolina en la cocina de casa y como tracción se atan caballos delante del vehículo antes apto para circular (ahora con el depósito vacío). Los difuntos se transportan en bicicletas o en remolques caseros. El último viaje, el camino al cementerio, suele ser no menos arduo que los viajes en vida.
Parece ser diferente en los círculos del poder.
Si uno mira a la Cuba de hoy, donde la ideología sigue gobernando; donde los derechos humanos no valen nada; donde la gente hace cola durante horas por un puñado de arroz; y donde niños y ancianos mueren por falta de medicinas, se asombra de que (aparentemente) muchos sigan apoyando a ese Estado fallido. Y al igual que el país se ha ido por el desagüe, el genio del espíritu cubano a nivel gubernamental parece ir por el mismo camino. ¿Será acaso porque no tienen que preocuparse por cómo alimentar a sus hijos, cómo proporcionar atención médica a sus padres y cómo mantener llenas sus sobredimensionadas barrigas? ¿Se ha secado la presunta innata creatividad cubana de la cúpula gobernante por falta de ejercicio? Yo sostengo que es porque: la ideología come cerebros.
Hace años nos reíamos del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que al inicio de su campaña electoral en 2013 afirmaba que el difunto Hugo Chávez se le había aparecido como un "pajarito" y lo había bendecido. El pajarito entró volando en la capilla donde estaba solo y rezando, aseguró. Dio tres vueltas sobre su cabeza, se sentó en una viga de madera y empezó a cantar. Maduro imitó el canto del pájaro en su narración, como un cómico profesional en escena. Y uno no podía evitar reírse de su broma, que no pretendía ser tal.
También en Cuba las declaraciones revolucionarias son cada vez más estrambóticas. Los gobernantes bajo el no electo Díaz-Canel han estado organizando recientemente algunos "juegos" que ponen seriamente en duda su capacidad intelectual. Este fue el caso de la sesión extraordinaria de la décima legislatura de la Asamblea Nacional de Cuba hace unos días. Al comienzo de la sesión, su presidente anunció que intuía la presencia de Fidel Castro y señaló una silla vacía. Los delegados aplaudieron, dirigidos a la silla supuestamente ocupada por Fidel Castro.
Solo que: Fidel Castro murió en 2016.
Nat Neumann, mayo del 2023
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