Voz cautiva
Este es el título de un libro que acaba de publicarse. Es un libro especial. Porque lo ha escrito María Cristina Garrido, una presa política que sigue entre rejas.
María Cristina Garrido es madre, poeta y activista. Es miembro de uno de los partidos políticos informales de la isla, el Partido Republicano de Cuba. Como muchos otros cubanos, esta mujer de 42 años participó en las protestas callejeras del 11 de julio de 2021 y fue detenida y maltratada un día después. Después desapareció durante 18 días. Al igual que su hermana Angélica, fue condenada a siete años de prisión en marzo de 2022 por su presunto liderazgo en las protestas en Quivicán, Mayabeque. Su hermana Angélica, también madre de familia, que cumplió su condena injustificada de tres años de prisión, se marchó a España hace unas semanas. Ahora está en aparente libertad, porque en sus pensamientos y en su corazón ciertamente sigue entre las cuatro paredes donde su hermana María Cristina sigue presa, víctima de un encarcelamiento injusto e inhumano, víctima de un sistema cruel.
Visiblemente conmocionada, Angélica relata el castigo, la tortura y el ostracismo de las hermanas en el presidio político cubano, un relato desgarrador de la opresión de los disidentes en Cuba.
Parte del castigo fue ida hecho la muerte de sus padres durante su encarcelamiento. Murieron, como suele decirse, de tristeza y de tristeza. El padre murió el 14 de septiembre de 2022, y a las hermanas se les permitió despedirse de su padre por separado durante unos minutos, esposadas:
A mi padre lo enterró la soledad
una noche de septiembre
de dos mil veintidós (…) No hay mucha memoria disponible
en un simple velorio totalitario
en un viejito mudo con hijas
de lengua irrefenables y conductas
mercenarias (…)
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La madre, que no gozaba de buena salud, se veía obligada a visitar a sus únicas hijas dos veces por semana en la cárcel, ya que estaban alojadas por separado. Murió el 23 de diciembre de 2022:
Adiós, madre,
ya no te espero.
Ojalá fuera tan esotérica para verte.
Tan veleidosa para escaparme contigo,
Sobreviviéndote.
Adiós materia de mi alma,
etérea de mi carne,
asunción de mí.
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María Cristina debe a ayudantes anónimos el hecho de haber podido escribir poemas a escondidas en la cárcel. Son poemas para su alma, para nuestras almas y para las almas de los presos políticos en cárceles cubanas. El régimen no ha podido silenciar a María Cristina ni a muchas de las mil voces que hoy están encarceladas en Cuba.
Mackyanis Yosney Román Rodríguez y sus dos hermanos están también en prisión. Fueron condenados por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021, ella a diez años. La salud de esta joven de 27 años, que sufre desnutrición, depresión y ansiedad, se ha deteriorado considerablemente. Hace unos días, sufrió un fuerte dolor de muelas y pidió tratamiento médico, pero se lo negaron. En un relato desgarrador, cuenta cómo se cortó el brazo varias veces con una cuchilla de afeitar para luego arrancarse la muela con un dolor insoportable. Relata cuán sola se siente en ese infierno en el que se encuentra. Como afirma su madre, la dictadura cubana mata a los jóvenes y destruye las familias.
La vida de Andrés Lugo Pérez, joven condenado a ocho años de cárcel por su participación en las manifestaciones del 11 de julio de 2021, corre peligro. Sufre una depresión severa y ha sido trasladado al hospital de la prisión sin ser tratado por un especialista. Su estado es grave. Sufre síntomas de paranoia y ataques de pánico, que se tratan con una medicación inadecuada que tiene importantes efectos secundarios, como sedación excesiva, alucinaciones, depresión grave y convulsiones.
Adel de la Tore Hernández fue condenado a siete años de prisión por su participación en las manifestaciones del 11 de julio de 2021. Padece esquizofrenia paranoide y asma. Su salud se deteriora rápidamente en prisión sin que reciba la atención médica necesaria. Tras una violenta agresión por parte de un agente durante una crisis el año pasado, perdió la vista en un ojo. Más recientemente, ha sufrido constantes dolores de cabeza y de muelas y una fuerte depresión. No recibe tratamiento en prisión. Su madre exige la puesta en libertad de su hijo y, al menos, tratamiento médico. Culpa a la dirección de la prisión y a la policía política. No quiere oír que su hijo se suicidó durante una crisis depresiva. No quiere que lo maten a golpes en la cárcel.
Dayron Martínez Rodríguez, que salió a la calle el 11 de julio de 2021 y ahora cumple condena en prisión, padece varias enfermedades, entre ellas esquizofrenia. Su estado de salud es crítico. La comisión "pericial" del centro penitenciario señala que su trastorno mixto de la personalidad no es causa de incapacidad y que Dayron también padece esofagitis, gastritis crónica y duodenitis, hernia de hiato y reflujo gastroesofágico. Sin embargo, determinaron que su estado es compatible con el régimen penitenciario. Su familia está preocupada porque Dayron tiene dificultades para comer. En la cárcel, no recibe la nutrición adecuada ni la medicación que necesita.
Y así sucesivamente...
Según "cibercuba.com", más de 650 presos políticos reportan enfermedades graves. Otros 70 sufren de trastornos mentales severos, según informes de "Prisoners Defenders".
En octubre de 2024 murió Gerardo Díaz Alonso, de 35 años, manifestante el 11 de julio de 2021 y condenado a ocho años de prisión. Su muerte está relacionada con complicaciones de salud no tratadas y con el conocido patrón de abandono y maltrato de los presos políticos.
Según publicaciones de "eltoque.com", basadas en un informe del Centro de Documentación de Presos Cubanos, en noviembre de 2024 murieron en las cárceles cubanas siete personas, entre ellas, por ejemplo, el preso político Manuel de Jesús Guillén Espluga, que falleció tras recibir una paliza de un guardia en el "Combinado del Este", y Raúl Clejer Steris, cuyo cuerpo presentaba signos de malos tratos pero que oficialmente murió de un infarto. Otros murieron por desnutrición, falta de atención médica y malas condiciones de vida. Dicho informe documenta denuncias de torturas, palizas y detención en las llamadas celdas de castigo, celdas instaladas para torturar y castigar a los reclusos. José Daniel Ferrer, que cumple injusta condena en la prisión de "Mar Verde", afirma que las palizas y el hambre han llevado a los presos a situaciones extremas, como comer ratones para sobrevivir. En Quivicán, más de 400 presos sufren desnutrición. En Boniato se han registrado brotes de tuberculosis y sarna. Problemas como la negación de atención médica, la mala alimentación y la comunicación limitada son omnipresentes.
Esta situación catastrófica afecta también a los presos comunes, pero sobre todo a los presos políticos, a los miembros de la oposición y a los afrodescendientes, que son objeto de represalias si denuncian estos hechos.
Como bien señala Yaxys Cires, Director de Estrategia del Observatorio Cubano de Derechos Humanos: Lo que está pasando con el presidio político, con los presos políticos es algo criminal, sin duda un delito de lesa humanidad lo que están haciendo, son personas que no deberían estar presas. Y además de esa carga injusta también tienen que soportar un hostigamiento constante y unas condiciones de cárcel inhumanas, por hambre, por desatención médica, por abusos, por golpes. Son hechos criminales… Es algo que no solamente ha roto con el sentido de la justicia, porque es injusto por donde quiera que lo mires, por el fondo porque no cometieron delito, lo que ejercieron fueron derechos, por la ausencia de respeto a las garantías del debido proceso. Pero también ha roto con la lógica de lo que se considera la humanidad y el humanismo y más cuando uno ve la situación que se está viviendo en el país imaginémonos en la cárcel, en la dura cárcel …
Prisoners Defenders: La situación es crítica y estremecedora. La dictadura cubana, que en su día se vendió como un modelo de justicia social, no es ahora más que una máquina represiva que ahoga cualquier atisbo de libertad. Las muertes de presos políticos son el recordatorio más brutal de esta realidad.
Nat Neumann, diciembre de 2024
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